miércoles, 27 de agosto de 2014

Carta a un amor imposible:


Te escribo esta carta, que nunca leerás, con las manos frías y el corazón triste por tu ausencia, por lo que  podría haber sido, ya no una relación sino, al menos, una bonita amistad, pero que cada día que transcurre me hace pensar que ni siquiera eso será  posible…
Entraste en mi vida sin llamar a la puerta, sin quererlo, con tan sólo aquellos pequeños detalles que me hacían olvidar mis problemas y momentos difíciles. Es cierto que ya había reparado en tu presencia, pero probablemente el hecho de que seas una persona tímida me impidió fijarme antes en ti. Ahora me lamento por no haberme sentado entonces a tu lado y preguntarte qué tal estabas, cómo había ido tu día y cuáles eran tus gustos, aficiones o tus planes de futuro.
Los días avanzan y el fluir ininterrumpido del tiempo  se agolpa en mi pecho, me oprime el corazón, que se niega a aceptar que en tan sólo un mes te perderá para siempre. Ya no tendré excusa para observarte disimuladamente, mostrando una falsa indiferencia ni tampoco podré contemplar tus ojos verdes, que tanto me gustan,  o sonrojarme cuando nuestras miradas se entrecrucen fugazmente… Es entonces cuando pienso por qué no tengo el valor de pararme ante ti y decirte a la cara la verdad; que sí, que me llamas la atención, me gustas, no sé explicar por qué, pero es así… Te has convertido durante estos últimos meses en el impulso que me empuja inexorablemente en esta época complicada de mi vida, de momentos más amargos que felices, de instantes divertidos, sí, pero cuyo deleite se esfuma en el momento en que despierto de mi sueño, en el que mis temores y desdenes no eran otros que dejar de estar entre tus brazos, pues cuando soñaba que me abrazabas, podía sentir tu corazón latir y no pensar en nada más…
La literatura, especialmente la poesía, mi gran aliada, es mi compañera y testigo para paliar tu ausencia; expreso con ella lo que siento, pues no sabes el esfuerzo que me supone escribirte esta carta de la que eres el receptor, lector ausente que nunca la recibirá, pero que espero sirva para guardar en mi memoria todos los momentos, conversaciones, sentimientos y recuerdos que inundan mi mente, la aturden e impiden concentrarse en el día a día.
        Sin embargo, últimamente te has convertido en un una sombra que difumina su imagen en la ventana de mi ordenador, a la que no llego nunca a vislumbrar enteramente… Me gustaría que esta carta fuera un adiós, un hasta luego, ya que mi mente quiere olvidarte, pero mi corazón me insta a que no te deje marchar.
Las imágenes de tu recuerdo se acumulan en mi mente como galerías de pasillos infinitos, lóbregos e inseguros que me impiden comprenderte. Ya no sé cómo describir mi estado de ánimo; diría que cuando me acuerdo de ti gran cantidad de sentimientos opuestos me invaden: tristeza y alegría, agobio y ganas de huir, fingir que estoy bien cuando me preguntan si me ocurre algo, decidir no darle importancia a algo que realmente no ha sido nada, evitar los interrogatorios o faltas de comprensión de las personas que me rodean, pues la mayoría son incapaces de entender que a pesar de todo me importas mucho más de lo que pensaba.
Pero todo da igual… Mi parte racional se niega a seguir insistiendo, a sentirse mal por ser siempre quien inicia una conversación, quien se preocupa por ti, la que desiste en poner el punto final a una historia cuyo principio se confundió con el desenlace …

Volveremos a decirnos adiós, sólo que esta vez mis labios callarán lo que mi corazón esconde y las lágrimas en soledad serán las palabras que me impidan decirte lo que realmente siento. Pero es mejor dejarte marchar, seguir con tu vida allí donde la suerte depare tu futuro. Mientras, yo, intentaré olvidarte, no escribirte, fingir que me he olvidado de ti, que no me importas, aunque, inevitablemente, no pueda evitar que el corazón me dé un vuelco y una puñalada inunde mi alma marchita en pedazos cuando otra persona sea el centro de tu vida.
Ahora entiendo que era ilusión todo lo que sentía, que realmente no había nada que nos permitiera comenzar un futuro juntos… Sólo espero que un día te des cuenta de que nadie como yo podrá amarte como yo un día te amé y, sobre todo, de renunciar a ti de una vez por todas.
En este momento, la única esperanza que me queda es pensar en que quizá, tal vez, el destino vuelva a juntar nuestros caminos una vez más, y que entonces tengamos una nueva oportunidad.

Hasta entonces, desearé que la noche traiga consigo tu recuerdo.

La soñadora andante.

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