martes, 19 de mayo de 2015

A ti, que me lees.


Antes de que el tiempo incesante
conduzca otro año a su fin
con estos rudos versos
procedentes de mis más profundas entrañas
he de expresar lo que quizás antaño
fue estimado como pecado y hoy
tan sólo es muestra de verdad despojada
de las telarañas que la acallan.
¿Acaso siempre el espíritu ha de mantener la
férrea compostura que lo conduce, inerte,
a la esfera de lo insanamente cuerdo?
¿Nunca se ha de permitir que la bella locura
inunde la mente y anime
a expresar todo lo que se siente?
El hombre imperfectamente perfecto,
que finge en su ambigüedad no saber nada,
que, sin saber ocultarlo, conoce y maneja cada palabra,
cuando te atraviesa con sus negros ojos,
en silencio y sin cruzar una palabra,
solamente su opaco mirar es equivalente
al más profundo pensamiento
jamás pronunciado en el habla.
Loco de la cordura, Maestro de maestros,
Genio solitario en el seno de un paraje lisonjero,
goza del don de saber escuchar.
Como tú, que confiaste en mi saber,
creo y creeré siempre en ti,
sólo en ti.

sábado, 30 de agosto de 2014

Sofía pide a su amor que le escriba:

Llena, pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
(F. García Lorca: "El poeta pide a su amor que le escriba")


Su alma solitaria y vacía de sentimiento vagaba por las calles abarrotadas, en medio de la noche y la soledad. Entre el gentío que la rodea, su corazón marchito danza como un fantasma flotante que, desgarrado y enfermo de amor, ya no es capaz de atrapar ninguna de las sensaciones, aromas y olores que la rodean. Al igual que los mendigos se mueven en busca de unas migas de pan con que saciar su brutal apetito, el corazón de Sofía palpita débilmente, retorciéndose cual marcha fúnebre de tambores lejanos.
La llama de Prometeo que calentó su corazón durante mucho tiempo se apagó repentinamente la noche en que ÉL la abandonó por otra y ahora sólo desea sumergirse en el Leteo, Mar del Olvido, para que así sus olas arrastren consigo su pena y sufrimiento.
Cada noche, Sofía sueña con la muerte, Señora invisible e implacable, cuyo halo infernal la acuna entre sus brazos y  recorre su cuerpo hasta llegar a sus pulmones, dejándola sin respiración e insuflándole la vida poco a poco. Es la protagonista muerta que se lamenta despierta en un mundo que ya no le interesa.
Los copos de nieve caen enérgicamente en el exterior. Sofía, joven rodeada de soledad y muerte. Sabiduría y luz del ayer que no han vuelto a asomar por su ventana, mas no teme a la oscuridad. Es el amor quien consume su piel pálida y aterciopelada de la que la sangre emana por la mano derecha, la que contiene aquella carta de amor mientras se consume esperando, recostada en la cama donde llora las penas que afloran de sus entrañas, jurándose una y otra vez, que prefiere no vivir si sus palabras y sus besos no convierten su alma negra en noches de amor ardiente en que sus labios sellados se entrelacen hasta perder el aliento y sus cuerpos leviten al unísono más allá de la vida.

La soñadora andante.

(De fondo, se oye la canción "All of me" de Jonh Legend).

jueves, 28 de agosto de 2014

Pensamientos en torno a la rosa.

Quien dijo que la vida es un camino de rosas, sin duda, estaba en lo cierto. Cada uno de nosotros tiene ante sí la misión de cuidar de su jardín particular, antes de que la rudeza inexorable del tiempo marchite cada uno de los pétalos que conforman la rosaleda de nuestro corazón.

Vivimos para cuidar de esta flor que tanto representa: amor, éxito, miedo al fracaso, incluso temor hacia el futuro y la muerte, temas comunes en la poesía universal. Como decía Umberto Eco: «La rosa es una figura simbólica tan densa que, por tener tantos significados, ya casi los ha perdido todos».
Sin embargo, para mí, esta flor no ha perdido ningún significado, sino que su belleza es equiparable a la de la vida. El fino hilo que la recorre no es en absoluto permanente, ya que a menudo amenaza con romperse en los momentos de incertidumbre y tristeza, en los que nuestro cuerpo y nuestra mente no son capaces de vislumbrar la pureza de lo que nos rodea.
Por eso, debemos aceptar la vida como un jardín para cultivar la felicidad y la agonía, el amor y la desilusión, la amistad y la traición, donde siempre los rayos de sol irradien de luz y viveza el color rojo tan característico de esta flor, al igual que el de nuestro corazón.




La soñadora andante.

El agua, fuente de vida e inspiración.


Los días en los que su mirada ocupaba el centro de su pensamiento se han evaporado con el curso del estío y ahora sólo le queda resguardarse en el recuerdo ya difuminado de su figura esbelta de ojos color esmeralda. A veces, todavía deja volar libre su imaginación y lo vislumbra en el horizonte de sus sueños, sueños que se hacen trizas cuando despierta de su ensimismamiento.
Las palabras que empezaron a tejer el sendero hacia una nueva amistad se detuvieron inesperadamente, pues ella nunca tuvo ocasión de dejar que él escuchara su voz callada, paralizada por los sentimientos que anidaban en lo más profundo de su ser. Él pasó de página, ella ya ha perdido la ilusión que la instaba a permanecer en el mismo capítulo, esperando su llegada... Mientras tanto, ella escribe estas palabras al son del agua que fluye sin cesar por esta fuente, agua que es el origen de un nuevo libro que todavía está por escribir [...]




La soñadora andante.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Carta a un amor imposible:


Te escribo esta carta, que nunca leerás, con las manos frías y el corazón triste por tu ausencia, por lo que  podría haber sido, ya no una relación sino, al menos, una bonita amistad, pero que cada día que transcurre me hace pensar que ni siquiera eso será  posible…
Entraste en mi vida sin llamar a la puerta, sin quererlo, con tan sólo aquellos pequeños detalles que me hacían olvidar mis problemas y momentos difíciles. Es cierto que ya había reparado en tu presencia, pero probablemente el hecho de que seas una persona tímida me impidió fijarme antes en ti. Ahora me lamento por no haberme sentado entonces a tu lado y preguntarte qué tal estabas, cómo había ido tu día y cuáles eran tus gustos, aficiones o tus planes de futuro.
Los días avanzan y el fluir ininterrumpido del tiempo  se agolpa en mi pecho, me oprime el corazón, que se niega a aceptar que en tan sólo un mes te perderá para siempre. Ya no tendré excusa para observarte disimuladamente, mostrando una falsa indiferencia ni tampoco podré contemplar tus ojos verdes, que tanto me gustan,  o sonrojarme cuando nuestras miradas se entrecrucen fugazmente… Es entonces cuando pienso por qué no tengo el valor de pararme ante ti y decirte a la cara la verdad; que sí, que me llamas la atención, me gustas, no sé explicar por qué, pero es así… Te has convertido durante estos últimos meses en el impulso que me empuja inexorablemente en esta época complicada de mi vida, de momentos más amargos que felices, de instantes divertidos, sí, pero cuyo deleite se esfuma en el momento en que despierto de mi sueño, en el que mis temores y desdenes no eran otros que dejar de estar entre tus brazos, pues cuando soñaba que me abrazabas, podía sentir tu corazón latir y no pensar en nada más…
La literatura, especialmente la poesía, mi gran aliada, es mi compañera y testigo para paliar tu ausencia; expreso con ella lo que siento, pues no sabes el esfuerzo que me supone escribirte esta carta de la que eres el receptor, lector ausente que nunca la recibirá, pero que espero sirva para guardar en mi memoria todos los momentos, conversaciones, sentimientos y recuerdos que inundan mi mente, la aturden e impiden concentrarse en el día a día.
        Sin embargo, últimamente te has convertido en un una sombra que difumina su imagen en la ventana de mi ordenador, a la que no llego nunca a vislumbrar enteramente… Me gustaría que esta carta fuera un adiós, un hasta luego, ya que mi mente quiere olvidarte, pero mi corazón me insta a que no te deje marchar.
Las imágenes de tu recuerdo se acumulan en mi mente como galerías de pasillos infinitos, lóbregos e inseguros que me impiden comprenderte. Ya no sé cómo describir mi estado de ánimo; diría que cuando me acuerdo de ti gran cantidad de sentimientos opuestos me invaden: tristeza y alegría, agobio y ganas de huir, fingir que estoy bien cuando me preguntan si me ocurre algo, decidir no darle importancia a algo que realmente no ha sido nada, evitar los interrogatorios o faltas de comprensión de las personas que me rodean, pues la mayoría son incapaces de entender que a pesar de todo me importas mucho más de lo que pensaba.
Pero todo da igual… Mi parte racional se niega a seguir insistiendo, a sentirse mal por ser siempre quien inicia una conversación, quien se preocupa por ti, la que desiste en poner el punto final a una historia cuyo principio se confundió con el desenlace …

Volveremos a decirnos adiós, sólo que esta vez mis labios callarán lo que mi corazón esconde y las lágrimas en soledad serán las palabras que me impidan decirte lo que realmente siento. Pero es mejor dejarte marchar, seguir con tu vida allí donde la suerte depare tu futuro. Mientras, yo, intentaré olvidarte, no escribirte, fingir que me he olvidado de ti, que no me importas, aunque, inevitablemente, no pueda evitar que el corazón me dé un vuelco y una puñalada inunde mi alma marchita en pedazos cuando otra persona sea el centro de tu vida.
Ahora entiendo que era ilusión todo lo que sentía, que realmente no había nada que nos permitiera comenzar un futuro juntos… Sólo espero que un día te des cuenta de que nadie como yo podrá amarte como yo un día te amé y, sobre todo, de renunciar a ti de una vez por todas.
En este momento, la única esperanza que me queda es pensar en que quizá, tal vez, el destino vuelva a juntar nuestros caminos una vez más, y que entonces tengamos una nueva oportunidad.

Hasta entonces, desearé que la noche traiga consigo tu recuerdo.

La soñadora andante.